No puede evitar sentir como siente, que la tristeza le gane la pulseada.
En su mirada se ven las huellas del fracaso, de la desesperacion.
Sabe que el calvario ha vuelto a apoderarse de su vida,
se sabe atrapada, castigada.
Conoce la abnegacion total, la sumision ante la bestia.
Ahoga un grito y aguanta, calla, llora.
El angel duerme, no escucha, sueña en su inocencia con princesas y palacios.
Ignora la realidad. Vive en su fantasia.
A pocos metros el infierno mismo se desata.
La dama esconde sus lagrimas en la espesura de la noche.
Sus labios siguen sellados, quiere mas no puede.
Cuida de su angel, lo protege.
Intenta no pensar, no sentirlo, lagrimas amargas recorren su rostro.
Muerde la almohada, inmovilizada, implora que acabe la tortura.
Satisfecho se para, la mira y sonrie.
Temerosa de encontrarse en su mirada no levanta la cabeza,
recuerda esos ojos, ese brillo de satisfaccion, de locura, esta aterrada.
Escucha la puerta de calle, se ha marchado.
Su cuerpo no le responde, solo puede llorar.
Algunas horas despues se levanta, el agua fria recorre su cuerpo,
pero sigue sintiendose sucia, asqueada.
Evita mirar las marcas violaceas en su piel,
solo ella sabe que estan.
Su mirada sigue perdida, no esta presente, no sabe lo que hace.
Le es imposible alejarse de esta soledad que la ahoga, que la sofoca.
Que el dolor le rasge el alma, le queme la piel.
Que los ojos se le llenen de lagrimas y la garganta se le cierre a cada momento.
Lucha, trata, sigue adelante, pero el dolor no se aleja.
Disimula,
y la dama tristemente sonrie.
Quien pudiera gritar al viento, quien pudiera buscar ayuda, quien pudiera evitar la tortura.